20 abril 2013

El bambú japonés





 














No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego.
 

También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"...

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. Sin embargo, durante el séptimo año, en sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No, la verdad es que necesitó siete años y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años, este bambú estaba generando un sistema de raíces que le permitiría sostener el crecimiento posterior.

En la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Así, demasiadas veces
se colman de impaciencia y abandonan, incluso cuando estaban a punto de alcanzar la meta.

En esos momentos de debilidad deberían recordar el ciclo de crecimiento del bambú para aceptar, perseverar y esperar. Porque quienes no se dan por vencidos adquieren los hábitos y el temple que les permitirá mantener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo lleva tiempo y dedicación, exige adquirir algunos hábitos y obliga a desechar otros. Sin embargo, muchas veces
actuamos con urgencias innecesarias, perdemos la fe cuando no obtenemos resultados rápidos y nos dejamos atrapar por la ansiedad, por el estrés… ¿Para qué?

Practiquemos
la aceptación, la perseverancia y la espera. Y si no conseguimos pronto lo que deseamos, no desesperemos…
 
...quizá solo estemos echando raíces...